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01 junio 2008

Rajoy alardeó de barones en un acto donde se vapuleó a los críticos

MUY ARROPADO


Rajoy estuvo acompañado por la mayoría de sus barones, que le dedicaron halagos y palabras de ánimo en estos duros momentos.


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Mariano Rajoy y Juan Vicente Herrera se fundieron en un cálido abrazo nada más verse. Al líder del PP, falto de cariño en estas agitadas semanas, se le veía contento y relajado por primera vez en muchos días. No era para menos: el partido de Castilla y León casi al completo, la mayoría de sus barones regionales y muchos diputados y senadores habían respondido al SOS de Génova acudiendo en manada a la vallisoletana Feria de Muestras para rendir pleitesía a su presidente.

Había ausencias notables, aunque la gran afluencia de dirigentes populares consiguió disimularlas en parte. No del todo. Se echó en falta sobre el escenario a las formaciones madrileña y vasca. Esperanza Aguirre y María San Gil no fueron las únicas presidentas que faltaron, pero el resto de barones ausentes enviaron a sus número dos para dedicar unas palabras de apoyo a Rajoy desde el atril. En cambio, tanto el PP de Madrid como el del País Vasco se quedaron sin voz, aunque entre el público había una pequeña representación de ambas formaciones: Alberto Ruiz-Gallardón, Leopoldo Barreda, Alfonso Alonso y unos pocos más.

El líder del PP enfiló el pasillo del pequeño auditorio (con capacidad para poco más de 600 personas) flanqueado por sus barones y con su público aplaudiendo en pie. A partir de ahí, uno por uno fueron tomando la palabra respaldar la candidatura de Rajoy en estos momentos en los que su liderazgo dentro del partido se resiente. Los segundos de a bordo de María Dolores de Cospedal, Carlos Floriano y Pedro Sanz excusaron a sus respectivos presidentes nada más tomar la palabra, no fuera a ser que en estos días de tormenta alguien malinterpretara sus ausencias.

Discursos casi idénticos

Las palabras más repetidas en boca de los presidentes regionales fueron unidad, cohesión, principios, valores y lealtad, aderezadas con elogios a Rajoy por su valía personal y política, alguna que otra referencia velada a las zancadillas de El Mundo y la Cope y agradecimientos especiales a los representantes del PP vasco. El protagonista escuchaba los piropos desde su asiento en el escenario, a la vera de Francisco Camps y del propio Herrera. De vez en cuando aplaudía. Otras agachaba la cabeza en señal de modestia.

Aunque se trataba de un acto de esos de "en clave interna", el aparato del partido sabía a ciencia cierta que sería portada de todos los periódicos y cabecera de todos los informativos. Por eso cuidaron cada detalle al milímitro. Empezando por la vestimenta informal que lucieron todos ellos, que se dejaron en casa las corbatas. Continuando por el escenario, en el que Rajoy compartió espacio con los presidentes regionales, secretarios regionales y presidentes provinciales de Castilla y León. Y terminando con los mensajes que lanzaron a pie de micrófono los participantes y los abrazos con los que el líder despidió a cada uno de ellos al acabar sus intervenciones.

Durante dos horas sobrevolaron por el auditorio las pullas a ese sector crítico que tantos titulares de prensa está dando. La más explícita fue la de Javier Arenas, quien sugirió a sus compañeros que discutan sus diferencias "en casa, y no en los medios de comunicación". Obviamente los destinatarios de su mensaje no estaban allí para escucharle: Juan Costa, Gustavo de Arístegui, Ignacio Astarloa, Carlos Aragonés, Alejandro Ballestero, Vicente Martínez-Pujalte, Ignacio González, Gabriel Elorriaga... Ninguno de ellos hizo acto de presencia.

Mensajes a los críticos

A todos esos "que no han podido o no han querido acompañarnos" Herrera les mandó un irónico saludo. Alberto Núñez-Feijóo tampoco escatimó en reproches hacia los saboteadores de la candidatura de Rajoy, tanto los de dentro como los de fuera del partido: "En los congresos siempre se defrauda a alguien. Estoy convencido de que sólo vamos a defraudar a todos los que no quieren que al PP le vaya bien", señaló. Por su parte, Rosa Estarás y Camps le aconsejaron a su presidente que construya la Ejecutiva que él quiere, sin presiones.

A ese respecto, habría sido un buen día para que Rajoy se mojara y destapara alguna más de sus cartas. Eso esperaban que hiciera muchos de los presentes. Pero en lugar de eso el presidente del PP se limitó a lanzar dos mensajes. Uno, que el PP es un partido "independiente" y deben ser sus militantes quienes elijan su rumbo, sólo ellos. Y dos, que el partido debe "moverse" para que lo que en las últimas elecciones fueron más de diez millones de votantes en las próximas sean once o doce. Eso sí, sin cambiar de principios.

A la salida, las caras de satisfacción lo decían todo. Rajoy abandonaba el auditorio con una inyección de moral de sus principales escuderos, con quienes se fue a celebrar la faena al céntrico restaurante La Criolla. Faltaron a la comida, entre otros, Arenas, Ramón Luis Valcárcel y José Manuel Soria, que se escabulleron en cuanto terminaron sus discursos. Pero allí habían estado, y eso era lo que importaba.

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