Al asunto de liberar los avales, se sumó en la crisis del PP el artículo de Gabriel Elorriaga, la irrupción de Alejandro Ballesteros y la toma de posición de Francisco Álvarez Cascos.
POSTURA LLAMATIVA
Francisco Álvarez Cascos, junto a Esperanza Aguirre en la última campaña electoral, reniega ahora de la definición de "centro reformista".
Ha dicho Rajoy que no ve a ningún compañero como adversario e incluso que no tiene ningún adversario en el PP porque los adversarios reales del partido están fuera. Rajoy ha dicho una verdad sólo a medias y no se ha atrevido a decir que, efectivamente, los adversarios del PP están fuera pero a los enemigos los tiene dentro.
Y da la impresión, vista la crisis por la que atraviesan los populares, que hay mas enemigos dentro que adversarios fuera. Enemigos empeñados en que esta historia acabe en una escisión del PP y con el centro derecha roto y dividido que es lo que más satisfaría al PSOE y a Zapatero que observa el avispero popular cómodamente instalado en un balneario tal y como sugirió Pepiño Blanco.
Sólo así pueden entenderse ciertas actitudes y comportamientos, rayanos en la deslealtad, por parte de quienes, unos días después de que el PP perdiera las elecciones, expresaran a Rajoy en la Junta Directiva Nacional todo su apoyo para que siguiera al frente del partido y posteriormente, descartados de la nueva cúpula parlamentaria y fuera del futuro equipo de dirección en Génova 13, consideraran que Rajoy ya no era la solución sino el problema.
Es cuanto menos sorprendente que alguien como Gabriel Elorriaga, uno de sus colaboradores mas directos en las dos últimas legislaturas, responsable del mayor desastre que aqueja al PP desde los tiempos de Aznar: la comunicación, se postule en un escrito periodístico como parte de una generación de políticos con talento, experiencia y determinación y critique a Rajoy abogando por su sustitución.
Es el mismo Elorriaga que en plena campaña electoral declaró al Financial Times que al PP le interesaba que votara poca gente, o sea que la abstención fuera muy alta, para poder ganar los comicios. Un genio de la estrategia política y de la comunicación como se deduce por esas declaraciones. El artículo crítico con Rajoy de Elorriaga puede compararse con la irrupción en la crisis popular de otro joven diputado, Alejandro Ballesteros , que como ha recordado algún colega alcanzó su mayor cota de notoriedad política cuando manifestó durante la primera edición del concurso Operación Triunfo que representaba los valores de la juventud española y por sus noviazgos con algunas chicas del famoseo televisivo.
Y llamativo y algo esquizofrénico resulta, asimismo, que Paco Alvarez Cascos sea el que reniegue ahora de la definición "centro reformista" que él se esforzó por introducir en los estatutos del PP siendo secretario general del partido con Aznar. Hay en mi opinión bastante de oportunismo y de ánimo revanchista en la rebelión de algunos de los que no hace mucho, cuando anidaban incluso en el aparato del partido, lejos de sugerir alguna critica contra Rajoy le presentaban como un líder sólido, renovado e integrador, y ahora no sólo cuestionan su liderazgo sino que les resulta un estorbo.
Y el hecho de que Mariano Rajoy resulte un problema para el futuro del PP, como ellos opinan, es algo sobre lo que tendrán que pronunciarse democráticamente los miles de compromisarios populares que con sus votos pueden apoyar su candidatura u otra que se presente.
En este sentido haría bien Rajoy en liberar los avales que posibiliten la presentación de otros candidatos para hacer del cónclave valenciano un congreso más abierto y democrático. De esta forma si obtiene un respaldo suficientemente representativo de los compromisarios asistentes nadie podrá dudar de su elección o deslegitimar su liderazgo.
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