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04 marzo 2008

Rajoy no se acobarda y adelanta a Zapatero en el debate

Este lunes se ha celebrado el segundo debate televisado entre los candidatos a la presidencia del Gobierno de los dos grandes partidos. PSOE y PP, a través de José Luis Rodríguez Zapatero y de Mariano Rajoy, son los únicos partidos que podrán ocupar La Moncloa después de las elecciones del próximo domingo. A pesar de los recursos de otros candidatos, los españoles querían ver a Rajoy y Zapatero, especialmente porque la situación de empate técnico y de muchos votantes indecisos que anuncian las encuestas convertía el debate en el elemento decisivo del final de la campaña electoral.

El debate, en realidad, estaba concebido para hablar de las propuestas de futuro de ambos candidatos, en caso de vencer en las elecciones del 9-M. Sin embargo, durante gran parte del tiempo no dedicado a economía y bienestar social Zapatero trató de hablar más del pasado que del futuro. El presidente del Gobierno, aparte de expresar sus buenos deseos para el porvenir, ha preferido hablar de Irak y del 11-M, e intentar recordar la primera pregunta parlamentaria de Rajoy como líder de la oposición.

Esa insistente mirada al pasado de Zapatero revela qué ha sido este debate, y en definitiva qué ha sido esta campaña electoral: el PSOE ha visto cómo un Rajoy más creíble que Zapatero mantiene una intención de voto que hace posible una victoria del PP el próximo domingo. Rajoy ha hablado, con firmeza y con datos, de los problemas de la legislatura que ha acabado y de las soluciones que ofrece a los españoles. Algo grave temen los analistas del PSOE cuando han aconsejado a Zapatero hablar más de lo que pasó antes de 2004 que de lo que sucederá a partir de la próxima semana.

Rajoy cree que la economía es lo esencial, y en el curso del debate demostró su superioridad sobre el candidato socialista en este campo y los relacionados con él, como las políticas sociales y la educación. Zapatero le dio en definitiva la razón, reconociendo que España ha entrado "en un momento de desaceleración" y refugiándose en un libro blanco de datos económicos, "la verdad por delante y por escrito", cosa más que notable considerando que se ha sabido que funcionarios del Estado han analizado el programa económico del PP, por orden del ministro de Economía Pedro Solbes.

Todos los miedos y los puntos débiles del PSOE emergen al terminar la campaña, mientras que Rajoy no ha dejado de recordar que "no puede tolerarse que haya españoles que pierden derechos sociales porque llegan inmigrantes con menos nivel de renta", que "han hecho ustedes una pésima gestión de la educación" y que "la situación económica está peor que hace cuatro años".

Rajoy no se arredró frente a Zapatero. En la recta final de la campaña el PP ha acorralado al PSOE y su líder ha demostrado que ofrece soluciones para esa España que para él es "un gran país", "una gran nación de ciudadanos libres e iguales", y ha apelado directamente al patriotismo de los votantes socialistas. "Unida en sus tierras y en sus gentes", la España que Rajoy quiere no es como la de Zapatero, porque frente a la vanidad de Zapatero al pensar que "el PSOE es el eje central de la democracia en España" un vigoroso Rajoy le ha recordado que desde La Moncloa ha enfrentado a "todas las Comunidades Autónomas entre sí".

Rajoy, el opositor, ha sabido presentarse como sí mismo como respuesta convincente ante semejante escenario. Dentro de una semana los españoles habrán elegido en la única encuesta infalible, la de las urnas.

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