Llegó el esperado segundo round y no defraudó. Con Olga Viza vestida con una chaqueta color "quisquilla", Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero ocuparon sus asientos. Sólo dos alteraciones en el protocolo respecto a la semana anterior: la disposición de los candidatos y el turno, que esta vez abría el inquilino de La Moncloa. Trajes azul oscuro en ambos; corbata oscura con rayas en ZP, y burdeos con pequeñas motas en Rajoy. Por cierto, que la prenda se prestó a error y algún comentarista radiofónico llegó a asegurar que era la misma prenda que en el debate anterior. Para nada: aquella era un burdeos liso.
Tampoco su propietario ni su contrincante parecían los mismos. En esta ocasión, el maquillaje estuvo menos cargado. Y el comienzo del cara a cara, también. De hecho, hubo que esperar a que ambos calentasen. Ni el Libro Blanco de Zetapé que se sacó de la manga animó la cosa. Sí contribuyó Gabriel Elorriaga, con sus torpes declaraciones a Financial Times, utilizadas como ariete por ZP. Ahí Rajoy anduvo rápido, devolviéndole el proyectil al candidato del PSOE al recordarle que, en ese mismo diario, se aseguraba que el ganador del 9-M tendría que enfrentarse a un "estropicio sin precedentes" en la historia moderna de España.
En ésas se estaba cuando hubo momentos en que se apretó. A los pocos minutos, el presidente le espetaba a su contricante que "la economía le ha importado un bledo". La respuesta de Rajoy, otra vez rápida y socarrona: "Ha estado usted muy brillante". Y luego le atizó con la OPA a Endesa.
Otra vez la inmigración
Como en el debate anterior, Rajoy optó por tirar por un tema en el que Zapatero patina: la inmigración. El gallego volvió a lanzarle una andanada a la línea de flotación. Tragando agua, el del PSOE replicó arguyendo su "lucha con firmeza contra la inmgración ilegal" y recordando las cotizaciones de los inmigraciones". Otra vez placaje: "Lo que usted dice no tiene nada que ver con lo que ha hecho".
Pero el primer momento en que a ZP se le crispó el rostro llegó cuando el popular leyó unas declaraciones suyas en las que reclamaba mano dura contra la inmigración ilegal. Aquelló desencajó al leonés, que comenzó a hablar de credibilidad. No le sirvió de nada: la cita de las opiniones de ministros de Interior europeos sobre la regularización masiva le frenó en seco.
Irak y 11-M: el futuro de Zapatero
El candidato socialista vislumbró un camino de salida del atolladero con dos temas polémicos para el PP. Y allá fue. Primero, el terrorismo. La declaración de intenciones de Rajoy ("no estoy dispuesto a apoyar a un Gobierno que quiera negociar con una organización terrorista") le dejó frío. Al ver que pinchaba en hueso, ZP tiró de Irak. En ese momento, saltaron por los aires la promesa inicial de hablar de futuro y propuestas realizada por el presidente al inicio del debate.
El de Irak fue uno de los momentos más tensos. "Mientras yo sea presidente no saldrá de España ni un solo soldado para una guerra ilegal", aseguró Zapatero tras acusar al PP de manipular el terrorismo. Entonces llegó el turno de enzarzarse. Rajoy puso sobre la mesa el apoyo del Gobierno de ZP en el Consejo de Seguridad de la ONU a la presencia de tropas en el país de Oriente Medio. "Usted sí que utilizó el terrorismo y no otros", le lanzó. El asunto, amenazante para el candidato socialista, es devuelto en forma de 13-M, la autoría etarra y la teoría de la conspiración.
Es así como se cerró el primer ciclo. Está claro que, al margen de declaraciones solemnes del socialista, su promesa de futuro había saltado por los aires con su tortícolis.
Rajoy se lanza en tromba
Hasta ese momento, todo apuntó a tablas entre ambos. Pero el popular recargó pilas, porque entró a paso de carga a la hora de dar la réplica a su rival con una buena tunda. Comenzando por una dura acusación de mentira con la primera pregunta realizada por Rajoy en el Congreso, que el popular agitó ante las cámaras y que nada tenía que ver con la leída por ZP.
A continuación, el candidato socialista intentó abrir brecha con la gestión y las infraestructuras. Mal camino, porque Rajoy le frenó en seco: el Carmelo, las cercanías, los apagones… El gallego, dando un giro, prefirió entrar en otro tema tabú: la política lingüística y la represión del castellano. Y otra vez regresó al pasado: que si Aznar, que si el catalán en la intimidad… Nada claro por boca del candidato socialista.
Al que aún le quedó qué aguantar. Porque el as medio enseñado por Rajoy fue puesto sobre la mesa con las infraestructuras. Ni el intento frustrado de meter a Esperanza Aguirre por medio con las VPO le cuajó. Tampoco los gráficos, olvidados salvo por Rajoy, que los mostró citando la fuente de procedencia. El gallego, crecido: "Es que usted falta a la verdad. Ése el el problema que tiene". El intento zapateril de contraatacar con la liberalización del suelo recibió un postazo a bocajarro: "Usted no se entera. Eso no ha existido. No entró en vigor nunca. Usted está fuera de la realidad".
Bloqueado, Zapatero intentó echar balones fuera. Pero por cada patada al esférico, parada y devolución. Casi con el debate finalizando, Rajoy machacó con los proyectos de Fomento y los modos, sin ser citada, de Magdalena Álvarez. Otro tanto sucedió con la educación.
Otra vez el plagio y la niña
Para finalizar, de nuevo los tres minutos de rigor por cabeza. Abrió turno Zapatero, que volvió a plagiar al periodista Edward Murrows con su "Buenas noches y buena suerte".
Pareció ser la noche de los sostenella y no enmendalla, porque Rajoy, por su parte, volvió a la misteriosa niña, que es "la que mueve mi sentimiento y mi corazón".
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