No fue la noche de Zapatero

No pareció soportar Zapatero la primera embestida de Rajoy. A la pregunta clásica que hizo famosa Reagan en su momento: «¿Estamos mejor que hace cuatro años?», Zapatero no pudo responder. Le sucedió tres o cuatro veces más, sobre todo cuando el presidente del PP le lanzó repetidas acusaciones de mentira pertinaz. Se equivocó también el jefe del Gobierno cuando no quiso entrar en la polémica de la emigración; es más, cometió una enorme pifia, un traspiés, cuando en primer lugar aseguró que el PSOE heredó a 700.000 emigrantes para después corregirse y elevar hasta el millón este dato. En el apartado económico, Zapatero no quiso entrar, quizá deliberadamente, en la pelea de los precios: la leche, la carne de pollo?, y eso se convirtió en otro de los errores del presidente.
La clásica cantinela de Zapatero: paz, tranquilidad, transigencia, no fue suficiente para descomponer el discurso del político contrario. Del mismo modo que no resultó convincente Zapatero cuando, al hablar de autonomías, pretendió arrojar sobre Rajoy la imputación de encizañar España con la repetida acusación de «se rompe España». Zapatero se refugió también en una presunta incoherencia del PP respecto al problema del agua. Del mismo modo, Zapatero no encontró respuesta a Rajoy cuando éste le recordó palabras del ex presidente González o de Leguina condenando la política centrifugadora (palabras de González). Zapatero, que ha defendido la llegada de agua desde Barcelona a Almería y viceversa, sufrió de repente una penosa transposición de conceptos para responder a Rajoy, aún hablando del Plan Hidrológico, que el «PP quiere encarcelar a los que pretenden paliar en Madrid los sufrimientos de los agonizantes». Nadie supo qué tenía que ver una cosa con otra...
En resumen, no fue la noche de Zapatero, ni siquiera cuando en uno de sus últimos intentos ensayó la jugada de volcar sobre el PP mil acusaciones de discordia, siendo así que el Pacto del Tinell consideraba apestado al partido de Rajoy.